Prometo que hay luz

Hola, lobezno. Te estoy observando desde aquí, desde mi tiempo, desde mi punto del camino y recordando todos los anhelos y las convicciones que te rondan por la cabeza. Un lobezno, aunque te creas el lobo más fiero del corral y aún no comprendas que este tan solo es el principio de un largo viaje.

Antes que nada, quiero aprovechar para felicitarte. Veo como peleas por ser feliz, por construir tu propio hogar dentro de ti, en un mundo que a veces peca de ser inhóspito y donde cuesta escuchar a aquellas voces que alientan a seguir adelante. Luchar sin saber si habrá recompensa, crecer hasta convertirte en la persona que deseas con apenas referencias, es una batalla cruel que libras con fiereza y valentía. Enhorabuena, lobezno.

Hoy estoy aquí para hablarte de oportunidades. He venido para abrirte una puerta hacia lo más bello que jamás sentirás: la satisfacción. La antítesis del confort, la meta que pocos alcanzan y, en definitiva, el regalo que quiero hacerte. A partir de hoy vas a comenzar un camino hacia la satisfacción personal. La que te da calor durante las noches y empuje durante el día, la que aparta de tu oído cualquier palabra que busque destruir, la que te volverá tan autoexigente para con tus principios que te agotará. Deseo que vivas agotado. Eso significará que mejoras cada segundo. Agotado de ser feliz. Agotado de superar el pasado. Agotado de usar tus vivencias para desarrollar aún más empatía y afecto. Hacía los demás. Hacía sus causas. Hacía ti mismo. Agotado y capaz de todo ello.

Hablando en plata, ya has dado el primero paso: al fin entiendes tu orientación sexual. Lo que desconoces es en qué tipo de persona te convertirás, qué lugar ocuparás en el mundo, cómo llegarás a desenvolverte con confianza, o si existe siquiera una versión de ti mismo que pueda, por fin, gustarte. Y esa versión existe. Por supuesto que existe. Para alcanzarla tendrás que dejar de lado todo modelo que te haya guiado hasta ahora. Ese es mi primer consejo. No existe otro Borja rubio, con un hermano gemelo, de Hondarribia, al que le guste componer canciones y que se levante con mal despertar día sí, día también. Nadie más memoriza los libros de Harry Potter tan rápido como tú, ni guarda un rato cada día de verano para tumbarse debajo de la claraboya del baño. Son las pequeñas cosas que te hacen ser tú, único y genuino. Tu realidad es el pilar sobre el cual edificar la vida que te espera. Probablemente no me hagas caso (la cabezonería es otra de esas pequeñas cosas), pero te darás cuenta de que dar importancia a los demás es una simple pérdida de tiempo.

Mi segundo consejo trata sobre lo bonito de pertenecer a una minoría. Acepta esa idea. Te pido que tengas personalidad, y eso implica dejar de manejarte en términos de números y de poder, renunciar a gustarte porque la mayoría te anime a cumplir con un papel y disfrutar de la diferencia. La diferencia es la incertidumbre y la incertidumbre lleva a la aventura. Pertenecer a la minoría LGBTIQ+ es una aventura complicada, de algún modo te convierte en una diana que las mentes más obtusas querrán derribar y cuyos derechos más fundamentales con recurrencia se pondrán en duda. Suena duro, lo sé, pero aguarda.

Recuerda que también te enfrentarás a retos entrañables, como defender a las personas más frágiles, a abrir tu corazón y tu sentir incluso ante las personas más intolerantes y a tener un motivo de peso para alzar la voz: abrir el camino para construir un mundo más esculpido, más tolerante y en el que vivir resulte fácil para los que vienen. Preserva tus convicciones. Ellas serán el carburante para no rendirte nunca. Solo encontrarás la fuerza para caminar si tienes claro que mereces ser feliz y que tus derechos valen tanto como los de los demás. Nadie debe apartarte de esa visión. Muy bien, lobezno, sigue prestando atención.

Y mi tercer consejo, precisamente, atañe a los demás. Confía en ti y en tu amistad contigo mismo, pues en rara ocasión recibirás grandes ovaciones ni apoyos excesivos. Ni siquiera cuando des pasos importantes. No pasa nada. Ya te he dicho que el mayor aplauso es la paz que uno siente cuando obra correctamente. De todas formas, la vida te regalará compañeros maravillosos con los que compartir y disfrutar. Gente de tu misma minoría o que la entienden, cuyo camino se cruzará con el tuyo. En ocasiones durante un tiempo y en otras para siempre. Verás que ese encuentro confirmará tus creencias más hondas, que aprenderás al debatir con ellos sobre cómo defender vuestros derechos, que mandarán ese mensaje de guasa que te hará reír al final del día o que cuidarán de ti con frases tan sencillas y necesarias como ‘’trabajas demasiado’’, ‘’discute un poco menos’’ o ‘’dame un abrazo’’. Estas personas son parte de tu misma estructura, integran una familia interconectada y completamente diversa, de un espacio en el que vas a sentirte plenamente arropado. Son eso y más aunque, como ya has olfateado muy hábilmente, mi querido lobezno, no debes ocultarte tras ellos para pelear. Hoy has dejado atrás las excusas para no ser auténtico.

¡Cuántas cosas en tan pocas líneas, lobezno! Sé que la responsabilidad asusta y que casi nunca elegimos los retos que se presentan, pero pronto serás adicto a la satisfacción. Y entonces querrás más pruebas, más encrucijadas, más saltos al vacío, más de esos latidos que sacuden el corazón cuando hay que ser valiente. Algún día dejarás de preguntarte por qué esta carga es para ti y agradecerás el regalo de amar con libertad. Aunque te cueste creerlo, aunque por ahora cuanto veas sean nubes.

Detrás de ellas, prometo que hay luz.

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