Mi nombre es Yaneth, tengo 28 años y vivo en Chile, en una ciudad de la Patagonia. Soy profesora y voluntaria de Todo Mejora, filial chilena de It Gets Better. Llegué al voluntariado hace un año, en marzo de 2018, justo después de haber pasado por uno de los periodos más difíciles en mi largo camino de recuperación del diagnóstico que a los 16 coartó varios de mis sueños y anhelos: depresión severa con riesgo suicida.
Sufrí maltrato físico y psicológico desde muy pequeña, llegando a sentir que la violencia era algo normal; por lo tanto, cuando entré a la escuela, todas esas conductas, las malas palabras, los golpes y peleas y todo lo que recibía de mis pares no me asombraba. Poco a poco fui entendiendo que todo eso no estaba bien. Lamentablemente, en aquellos años no se hablaba de bullying y tampoco los profesores velaban por tu bienestar; había otros temas que eran prioridad, aún quedaban resabios de lo que había sido el periodo de dictadura y el país se estaba ordenando.
Cuando entré al liceo por primera vez me sentí a gusto, en un entorno agradable, tenía muchos amigos, participaba de todo, me sentía apoyada por mis profesores… sin embargo, a los 16 todo estalló: la violencia que viví desde niña, los problemas en mi casa, mis inseguridades ante la vida.
Fueron 12 años en los que constantemente tuve que probarme a mí misma, y a los médicos, de que sí era capaz. Tres intentos de suicidio y un cuarto que estaba en mi mente en el momento en que me vi sin trabajo, llena de deudas, con una fracturada relación con mi madre, amigos que se habían alejado… solo estábamos mi novio y yo, luchando por salir de ese mal momento.
¿Pensé en la muerte? Sí. No sabía cómo sería esa vez e intenté llevarlo en silencio. Buscar ayuda. No la encontré en los canales formales. Pero googleando llegué a la página de la Fundación Todo Mejora en Chile y me enteré de la instancia de la «Hora Segura», espacio en donde puedes contar con alguien que te lee, te responde y te contiene. No sabía quién estaría del otro lado, pero me animé y empecé una conversación por Messenger de Facebook, sin imaginar que en ese momento cambiaría mi vida por completo. Fue abrir los ojos y ver todo lo que tenía, estar agradecida por ello. Fue una auténtica catarsis. Al terminar la conversación me sentí muy bien. Seguí durante esa semana utilizando el chat para desahogarme y fue también el ejercicio de agradecer y pensar que todo mejoraría.
Pasó una semana y vi una publicación en el Instagram de la Fundación. Obviamente después de aquella experiencia comencé a seguirlos en redes sociales y me enteré del gran trabajo que realizaban. La fotografía era una invitación a ser parte del equipo de voluntarios de Todo Mejora en mi región. Estaba determinada y me puse en contacto con el Coordinador Regional. Llegué a la primera reunión sintiendo esos nervios que te dan cuando llegas a un lugar nuevo en donde no conoces a nadie. Entré a la sala de la Universidad en donde se reunieron y de inmediato me sentí acogida. Fue como haberse reencontrado con amigos que no ves hace un tiempo. Todos se despidieron ese día deseándome lo mejor, incluso comenzaron a enviarme ofertas de empleo. Sin querer había encontrado una nueva familia.
Este vínculo creció, se fortalecía en cada actividad que realizábamos: charlas, ferias en donde montábamos nuestro stand y veíamos cómo la gente se interesaba en este trabajo, talleres con estudiantes, entrevistas en la radio y la televisión… no me sentía tímida al hablar, era entregar el mensaje a todos aquellos que están sufriendo, violencia, discriminación, maltrato, por la razón que fuera, pero sobre todo por ser ellxs mismxs. Hoy me encuentro en plena fase de recuperación, con medicación a la baja, controles y exámenes médicos periódicos y toda la buena energía que me llena con este trabajo.
He dado mi testimonio algunas veces esperando ayudar a quienes no ven salida en los momentos críticos. Ser parte del voluntariado me ha hecho feliz. Sé que es un trabajo a largo plazo, pero lo tengo presente en cada una de las actividades que realizo como docente: que niños, niñas y niñes sepan que pueden contar conmigo como profesora, como sobreviviente y como la voluntaria de Todo Mejora que los ayudará a saber que no están solxs.