Secretos del deporte: Caitlyn Jenner (Crystal Moselle; EE. UU., 2021)
El documental empieza con la voz en off de Jenner comentando unas imágenes de su infancia. Se define como un niño por debajo de la media y disléxico; pero un ejercicio de gimnasia, en el que hizo el mejor tiempo, marcaría para siempre el rumbo de su vida. Cree que si hubiera sido “normal”, sin problemas de identidad, no habría necesitado el deporte. Se refugió en él construyendo el personaje de Bruce porque era diferente y nadie lo sabía. Hoy está muy orgullosa de lo buena persona que fue Bruce y de todo lo que logró.
Caitlyn Jenner hace un repaso de sus éxitos pasados como decatleta. Está orgullosa de haber sido Bruce, de ganar el oro y de batir un récord mundial. Pero la batalla que más le ha costado ganar es la de ser una mujer. Ha estado casi toda su vida dudando sobre si le gustaba vestirse a solas de mujer por el miedo a que le pillasen o si era, sin más, su sueño disfrazado.
Salió del armario como mujer trans a la vez que publicaba su libro Los secretos de mi vida (Grand Central Publishing, 2017). Esto le costó algunas desavenencias con su familia que al fin quedaron atrás. Ella dice que como Bruce fue un buen padre y que cuando transicionó no lo hizo bien con sus hijos, por no haberse sincerado antes. Eso sí, ,o se arrepiente de nada, y se siente orgullosa de su familia y de lo bien que les ha ido.
En el documental, se ve a un Bruce joven, fuerte y aparentemente feliz con su primera mujer. La figura de Caitlyn queda a un lado y ella se centra en contar su lucha por ganar el oro olímpico. A fin de cuentas, ella es hoy quien es gracias a Bruce, y lo sabe y lo dice. Ganar las Olimpiadas en 1976 le supuso ganar mucho dinero yendo a programas y saliendo en spots.
Su mujer de entonces cuenta que notaba que le faltaba algo, que necesitaba terapia. Bruce no era feliz ni nunca iba a serlo mientras siguiera siendo Bruce. Sus ganas de decirle al mundo que era Cait aumentaban en soledad. Era algo que le había rondado la cabeza desde que era un niño. Al final decidió pensar en sí misma y salir del armario no sin antes haberse realizado algunas operaciones estéticas para feminizar su rostro, a la vez que se hormonaba y se quitaba el vello facial. “¡Que os den, esta soy yo!” es lo que finalmente pensó. Su mayor éxito estaba llegando: Cait por fin era Cait.
Al final nos da a entender que tiene la aprobación de la gente que le quiere, pero, sobre todo, que lo primero es ella y su felicidad. Se ve a una Caitlyn Jenner en albornoz blanco siendo maquillada por su estilista, feliz por haber luchado tanto. Tranquila de poder hablar al fin al mundo de Bruce siendo Cait.
Una cosa que parece ser que no ha superado es el tema de su fe, ya que le pregunta a su pastor si ha obrado bien y este no le responde. Es curioso que una persona como Caitlyn necesite la aprobación de su pastor después de haberse enfrentado al mundo. Su pastor no le contesta, pero ella, quizás, ha dejado de tener fe en la religión y simplemente se ha reencontrado consigo misma.
Ella ha llegado a la meta ahora y el mensaje para la comunidad trans es que cada persona se hace a sí misma. Que nunca es tarde para ponerse al mundo por montera.