(puede contener trazas de spoilers)
Hace unos días, una decisión de Netflix generó un trending topic en varios países: #SaveODAAT los días 14 y 15 de marzo, y que todavía se mantiene en plena actividad casi una semana después. El origen fue la cancelación de la serie One Day at a Time (ODAAT), protagonizada por Justina Machado y Rita Moreno, como la madre y la abuela de una familia de origen cubano en Los Ángele, que no tendrá una cuarta temporada y ni siquiera podrá darle un cierre definitivo a la historia de los Álvarez, a no ser que encuentre otra cadena que la acoja. La presión en las redes sociales por parte de sus seguidores continúa, pero según se ha dicho en la prensa, el cambio de casa no sería tan sencillo debido a las cláusulas que el gigante del streaming impone a sus producciones. Ese capítulo todavía no está cerrado.
¿Y qué tiene de especial esta sitcom que no tengan otras? Se me ocurren cinco razones por las que One Day at a Time es indispensable en la televisión en los tiempos que corren:
- Porque visibiliza a varias minorías y realidades en una única historia: inmigrantes y personas LGTBIQ+, por ejemplo. Pero también a mujeres trabajadoras, madres solteras, veteranas de guerra, enfermeras, personas con depresión o ansiedad, alcohólicas, adictas, personas acosadas, etc. Y todo lo hace desde el respeto más profundo y con una sensibilidad exquisita. Tanto así, que una de las principales quejas de lxs usuarixs es precisamente que esta serie les ha permitido verse identificadxs con sus propias historias, algo que, según nuestra filosofía, es fundamental para que todo vaya mejor. La presencia de referentes y vivencias en ODAAT le ha permitido alcanzar a un público transversal y multicultural, lo que se ha podido comprobar con la reacción y el impacto de la noticia de su cancelación, aunque Netflix asegura que no tiene suficientes espectadores para mantenerla en pantalla.
- Porque aborda temas cotidianos y desafíos sociales muy vigentes: la expulsión de familias inmigrantes ilegales y la separación de sus hijxs, la presión económica que enfrentan lxs jóvenes ante la universidad, las relaciones familiares y amorosas, las adicciones, el acoso y el machismo, son solo algunos de los temas que, en tono de comedia clásica, han aparecido en la vida de la familia Álvarez. Esta diversidad de motivaciones y problemas generan una gran empatía con sus historias y, por supuesto, con nuestras propias experiencias. En medio de tanto contenido superfluo y futuras distopías, nada mejor que algo real para conquistar nuestro corazón y hacernos reflexionar, a golpe de risas o de lágrimas, sobre lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.
- Porque se ha sumado a la corriente de dramedia que tan de moda se ha puesto en los últimos años. Es una sitcom al uso, pero con espacio suficiente para enfrentarnos al dolor de la pérdida, de la frustración, a las dudas, a los miedos adolescentes, al amor, a la amistad, a la vida y a la muerte… Y que, a la vez, nos permite celebrar todos esos momentos como aprendizajes, como una forma de crecer. Crecemos junto a Elena cuando sale del armario o cuando se da cuenta de que su padre no se presenta a bailar con ella en sus «quince», esa fiesta tradicional en algunos países latinos. Aprendemos con Penélope lo que significa ser madre de dos adolescentes y enfrentarse a la realidad de la ansiedad y la depresión como compañeras de viaje. Lo mismo con Lydia, Álex, Schneider y el resto de personajes. Con ellxs hemos abordado problemas de todo tipo, con la dosis justa de seriedad para entender su dimensión, pero con la ligereza de una comedia.
- Porque habla de identidades de género, pronombres, sexualidad y no las utiliza como nudo argumental o como golpe de efecto, sino que responde con naturalidad a los cambios sociales sin hacer de ello la característica cómica de un personaje, sino que lo presente como parte de su esencia y de sus motivaciones: personas no binarias y lesbianas, sobre todo, aparecen en cada una de las temporadas de la serie, ya sea para ayudar a lxs protagonistas a superar sus miedos o dudas, o para dejar en evidencia que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.
- Porque su reparto es estupendo. Desde la gran Rita Moreno, espléndida e incombustible a sus 87 años; o Justina Machado, la Penélope que es madre-mujer-enfermera-amante-amiga y que sabe reír y llorar como nadie en pantalla, hasta Isabella Gomez o Marcel Ruiz y todos esos personajes secundarios que sostienen las historias y las hacen creíbles dentro de su irrealidad y nos permiten conectar más a fondo con la trama.
- Porque necesitamos diversidad en las pantallas: de razas, de creencias, de religiones, LGTBIQ+, físicas, etc. Y eso es algo que ODAAT ha sabido recoger muy bien. Sobre todo, la escena en que «abuelita» asume y acepta la homosexualidad de Elena… ¡Una maravilla!
- Porque sus protagonistas se han comprometido con el mensaje de #ItGetsBetter. Mirad los vídeos de Isabella y Marcel, de Justina Machado y de Gloria Calderón Kellet, la showrunner de la serie. Están en inglés, pero seguro que se entiende el mensaje perfectamente.
Su historia parece sentenciada, pero todavía quiero creer que la familia Álvarez tendrá un nuevo capítulo, sea en la casa que sea. Se lo merecen. Nos lo merecemos.